Este bien podría ser el título de la próxima película de Alejandro Amenábar, o de Alex de la
Iglesia, pero lamentablemente es la definición que refleja la triste realidad que nos
encontramos los familiares que tenemos difuntos que descansan en el Cementerio Municipal
de San Sebastián de los Reyes.

Foto: Diario de Sanse

Desde hace bastantes años es frecuente saber por propios y extraños los actos delictivos que
se producen en el interior del campo santo de nuestra localidad: robos, daños, vandalismo y
demás actos de profanación que sufrimos los familiares y allegados de los difuntos que
descansan en el Cementerio Municipal de San Sebastián de los Reyes, puesto que parece que
desde el Consistorio de nuestra ciudad, y en especial, por los distintos equipos de gobierno
que han pasado en los últimos años, se haya convertido en una especie de “caja de
recaudación” haciendo un modelo de negocio basado en que todo vecino que quiera tener a
un ser querido difunto cerca de su lugar de residencia y solicité tener un mínimo espacio
concedido temporalmente, pase “por caja” con abuso y reiteración, ya que en periodos no
muy largos de tiempo, se debe renovar una y otra vez, para tener derecho al uso destinado, no
siendo la tónica dominante en otras localidades cercanas, donde el periodo es más largo de
renovación, convirtiéndose para el Ayuntamiento en un “suculento y jugoso manjar fiscal”, en
el que el interés legítimo de toda persona en tener cerca los restos de los familiares que ya no
están con nosotros, quede en un segundo plano, puesto que se ha transformado en un mero y
simple “asunto comercial” en el qué la ley de la oferta y la demanda campe a sus anchas,
transformado este servicio público a lo largo de los años en una especie de “instalación
rentable”, como ejemplo se puede ver reflejada en las últimas ordenanzas fiscales con la
desproporcionada subida de tasas de renovación de concesiones funerarias y otros asuntos
de carácter funerario, entre ellos se exponen los motivos de que en cierta medida para poder
sufragar los altos costes de mantener un servicio externalizado, hay que aumentar la partida
de ingresos, con la recaudación de impuestos y tasas municipales, para ampliar el
presupuesto municipal, para atender sufragar los importes del contrato suscrito entre la
empresa adjudicada y el Ayuntamiento.

Hay que recordar en tanto y en cuanto, que la administración pública es responsable de la
gestión del patrimonio, y por ello responsable de todos los asuntos y problemas que surjan,
por ello son estos los que tienen que dar solución y cursar las quejas planteadas, puesto que es
ésta la única con potestad de poder solucionar las diferentes cuestiones en este servicio
esencial.

Desde hace más de tres años desde la puesta en marcha de la privatización del servicio del
Cementerio Municipal, no se ha conseguido el objetivo de atajar los robos en nichos y
sepulturas, sumando en algunos casos el vandalismo, si bien se haya aumentado los casos en
los últimos tiempos, ya que el recinto no es atendido con personal permanente dentro de las
instalaciones en el horario de apertura estipulado, apareciendo puntualmente para las tareas
de mantenimiento y conservación, así como trabajos de inhumación y similares.

Al comunicar las incidencias al personal de la empresa licitada, cuando «alguna vez se
encuentran en el recinto» se afirman que la vigilancia del campo santo, “no se realiza por que
no se les paga a los trabajadores por hacer vigilancia del recinto” y que en el pliego licitado
entre PARCESA y el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes no queda reflejado este
asunto en particular.

Por ello, el cementerio se encuentra en muchas de las ocasiones sin el personal encargado de
la concesionaria, produciendo un incumplimiento de la ordenanza reguladora de los Servicios
Funerarios del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes en donde queda especificado en el
Capítulo II, Artículo 10, e) que el personal “tendrá la obligación de vigilar y atender cualquier
incidencia” en dicho recinto.

Ante la manifiesta e inaceptable situación de tener que sufrir numerosos actos de vandalismo,
quiero manifestar mi más absoluta indignación por esta situación, más si cabe por la
negligencia de tener servicios públicos a mi juicio, mal gestionados, ya que ni la empresa
encargada, ni el propietario de la instalación, el Ayuntamiento se hacen cargo de intentar
solucionar estos desagradables asuntos, que socaban los más profundos sentimientos del ser
humano.

Esto se suma, a que el Ayuntamiento sufraga el coste de mantener dicha empresa prestando
un servicio municipal, por un elevado coste para las arcas públicas, realizando a mi modo de
entender una “prestación incompleta”, ya que la externalización fue puesta en marcha,
precisamente según consta en un informe municipal fechado en el año 2019 del expediente de
licitación del servicio por la «incapacidad manifiesta de los actuales funcionarios
municipales», siendo los encargados hasta la puesta en marcha de la licitación del servicio, y
por ello sustentado la gestión «operarios de servicios múltiples» para realización plena del
servicio funerario del Ayuntamiento.

Creo a mi entender, que si dichos problemas, afectarán en cierta medida a uno o a varios
miembros de la corporación municipal, hace bastante tiempo que ya se habían solucionado
por parte de la administración, ya que en otros asuntos se han puesto “las ganas suficientes”
para solucionar algunos problemas, aún no siendo prioritarios para la ciudadanía.
Se decía no hace mucho tiempo en las antiguas cartillas militares de los reclutas que se
llamaban a filas, que el valor del soldado «se le presupone».

Y está debería ser la premisa de todo buen representante público electo por los ciudadanos.
El valor de presuponer la vocación de servir al ciudadano por el cual se han presentado a las
elecciones y elegidos por el pueblo. El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo
como declaró Abraham Lincoln para definir la democracia en el discurso de Gettysburg el 19
de Noviembre de 1863.

Esto no debería ser una excepción, si no una obligación. Los ciudadanos tenemos el derecho, y
como menos casi una obligación de comunicar y aportar toda la información sobre hechos y
problemas, y la respuesta de la administración y por ello de los representantes públicos el de
escuchar, proponer y ejecutar soluciones a las diferentes cuestiones.

Y aún sabiendo que poco menos esto hoy en día es casi una utopía, creo no renunciar a que
después de la lectura de este artículo se puedan remover conciencias, y se adopten todas las
medidas necesarias para contrarrestar estas desagradables situaciones.

No conviertan el Cementerio Municipal en una especie de «chiringuito comercial y tributario».
Es más que eso, es un lugar dedicado para el recuerdo de los que ya no están, donde
queremos que los difuntos que descansan, no se perturben sus tumbas, lápidas, y los demás
elementos funerarios.

Por qué el que realiza actos de vandalismo, no sólo daña los elementos físicos, si no que
también daña los más profundos sentimientos que puede tener un ser humano, el respeto por
lo ajeno, y más si se trata de sitios tan sensibles como un campo santo.

A esto se añade a que este recinto es un lugar de culto, protegido por ley, y por ello se impida
que nada ni nadie pueda irrumpir con impunidad, para cometer actos delictivos en el recinto.
Por ello se solicita que en la medida de lo posible se puedan adoptar soluciones reales a lo
expuesto, por parte de la Concejalía delegada de Asuntos Generales, presidida por Doña
Alejandra Muñagorri Orlandis-Habsburgo como la Concejalía delegada de Seguridad, en
este caso presidido Don Miguel Ángel Martín Perdiguero a implementar medidas a la mayor
urgencia para minimizar las actividades delictivas, y afrontar el fin de éstas, ya que se suma
todo lo que sucede el adjetivo execrable el hecho de profanar elementos funerarios de
carácter privado dentro de una instalación pública municipal.

 

Si dichas medidas preventivas no se ponen en marcha próximamente, habrá que seguir
denunciando que en nuestra ciudad «No habrá descanso para los difuntos».

Lamentablemente sería una pésima noticia para los interesados, familiares y allegados, y en
segundo lugar proyectar una pésima imagen de nuestra entorno más cercano, reflejando una
sociedad oscura, sin valores ni sentimientos, y socavando los valores más profundos del ser
humano.

Javier Mera Gallego.
Vecino de San Sebastián de los Reyes.

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