Mucho ya se ha dicho sobre las diferentes posiciones en torno al recientemente inaugurado museo con el nombre del célebre Ortega Cano. No quiero repetirme ni quiero caer en manidos exabruptos ni ponerme al mismo nivel de quienes con actitud chulesca lanzan su desprecio hacia quienes no piensan como ellos.

Foto: Diario de Sanse

Comprendo que para algunas personas la tauromaquia es cultura, algo que me parece y nos parece a muchas personas sumamente discutible- no en sentido sociológico o antropológico, que, desde luego, en este sentido, lo es, sino en el sentido de una cultura con la siguiente definición de la RAE: “Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico” o como “cultivo del espíritu humano y de las facultades intelectuales del hombre” –algo que yo cambiaría por ser humano, pues creo que el uso de hombre como ser humano es un residuo que muestra que la lengua, en muchas ocasiones, sí es machista y es clara señal de que, en otros tiempos, las mujeres no eran en absoluto contempladas en la vida pública y social en general. Esta última definición no viene de la RAE, pero los conceptos más amplios y completos de las palabras no suelen venir incluidos en los diccionarios.

Es verdad que el debate da para más porque podría pensarse que la danza o la pintura no pueden englobarse directamente bajo estas definiciones, aunque yo sí consideraría que cultivan el “espíritu” humano y, en cierto grado sus facultades intelectuales. También es cierto que comprendo que, por educación e insensibilización, haya quien pueda ver estas cualidades en las corridas de toros. Basta normalizar algo en la sociedad, sea lo que sea, como por ejemplo, el consumo del tabaco o el excesivo consumo de alcohol, para que cosas que, incluso son sumamente dañinas y peligrosas, como es el caso del consumo excesivo de estas dos drogas normalizadas sea considerado por muchos no solo positivo, sino deseable, incluso aunque pueda poner en peligro vidas ajenas o llevarse la vida de alguien. Parece que alguien que mata a alguien por conducir ebrio no tiene ninguna culpa, son cosas que pasan, simplemente. Muchas personas lo ven como solo mala suerte.

La idea del museo a muchas personas nos parece desafortunada. Ya no solo por quitar espacio al museo etnográfico, mucho más inclusivo y que habla mucho más de ese “gobernar para todos” del que tanto presume el equipo de gobierno del municipio, sino también por homenajear con su nombre a la figura de Ortega Cano. Ortega Cano no reconoció haber provocado el accidente por conducir ebrio y no ha dedicado el resto de su vida a concienciar sobre la necesidad de no conducir en estado de ebriedad, como lo habría hecho una persona verdaderamente íntegra que simplemente ha cometido un error no midiendo bien lo que bebía ante esta cultura social (no positiva) que tanto valora y premia el consumo de alcohol, sobre todo en hombres, en todo tipo de circunstancia y lugar, sin medir las consecuencias para ellos mismos y para los demás.

Por estas razones mencionadas, creo que dedicar un museo dedicado a la tauromaquia a la figura de Ortega Cano es desafortunado, poco empático y poco inclusivo, si lo es en algún grado. Creo que muchas personas no podemos aceptar que se banalice la conducción temeraria ni se quite espacio a recuerdos de la vida cotidiana de los vecinos, para enfatizar un aspecto del municipio muy concreto, que es evidente que a varios puede gustar, pero dudo que la mayoría de vecinos del municipio celebren tal decisión. Personalmente creo que Sanse tiene mucho más que celebrar en sus programaciones de teatro, muestras de cortos y bibliotecas, que tienen mucho más de la cultura que nos mejora e instruye como personas, que la tauromaquia, que más bien lo que promueve es la falta de empatía al disfrutar viendo a un animal sangrar.

Laura Ramos, vecina de Sanse

                                                                                                                          

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