Hace 146 años, un 8 de marzo, cientos de mujeres trabajadoras salieron en protesta por las calles debido a que sus compañeros hombres cobraban el doble de sueldo que ellas. 120 mujeres fueron asesinadas por la brutalidad policial, lo que conllevo la creación del primer sindicato laboral de mujeres. 36 años después, 146 mujeres murieron en un incendio en la fábrica textil que trabajaban, y la cuál tenía las puertas cerradas para evitar que las mujeres se fuesen o robasen durante su jornada laboral. Las asesinaron, a todas y cada una de ellas. Después de estos terribles acontecimientos, se declaró el día 8 de marzo como día internacional de la mujer. Pero bajo nuestro punto de vista, pocas cosas han cambiado desde entonces y no son suficientes.

Foto: Dignimujer

Este año pasado ha evidenciado la desigualdad estructural que las mujeres sufrimos por eso, por ser mujeres. Las mujeres protagonizamos las colas del hambre, la pobreza severa, la precariedad laboral y la exclusión social. El paro laboral en mujeres es del 58%, la pobreza tiene rostro de mujer. Si naces hombre tienes un 92% de posibilidades de cobrar unaretribución por jubilación frente a un 46% en el caso de ser mujer. Las cifras son aplastantes.Por otro lado, aquellos sectores y trabajos que hoy se reconocen mediáticamente como esenciales, están protagonizados por mujeres.

La sociedad patriarcal nos encamina hacia los cuidados, hacia la vida, y nos hace responsables de sostenerla

Cajeras, educadoras, enfermeras, limpiadoras, médicas, trabajadoras sociales, y no es casual que todos esos empleos estén feminizados. La sociedad patriarcal nos encamina hacia los cuidados, hacia la vida, y nos hace responsables de sostenerla y en contrapartida de ser empleos precarios y mal pagados. Por eso, tantas mujeres en el confinamiento tuvieron que reducir jornada, dejar su empleo, y en el mejor de los casos teletrabajar mientras cuidaban de la casa y de la familia, por si fuera poco. Nosotras cobramos menos, tenemos más trabajos de media jornada frente a los hombres y se nos presupone responsables de la familia y de los cuidados. Bajo todo esto subyace el pensamiento de que el ámbito reservado a la mujer es el oculto a la sociedad, en casa.

Después de todo esto, nos piden que no nos manifestemos, que seamos responsables porque si no seremos culpables de nuevos contagios. ¿Quiénes son ustedes para darnos lecciones sobre la vida? ¿Quiénes son ustedes para decirnos que no tenemos motivos para manifestarnos? ¿Quiénes están al pie del cañón para que la vida continúe? Sostenemos el sistema que nos ahoga, nos utiliza y que a su vez nos culpabiliza. Así que, desde aquellos medios de comunicación y partidos que lleváis días y horas cuestionándonos, os decimos ¡¡Lecciones de moral a nosotras no!! lecciones a todos aquellos que nos humillan, que nos mal pagan, que nos violan, que nos acosan, que nos matan. Sólo en los 2 primeros meses del confinamiento, las llamadas al 016 aumentaron un 60%. Mientras tanto, los puticlubs estaban abiertos, para saciar el poder sobre la mujer de los hombres, el libre mercado, porque todo el mundo sabe que a través de las relaciones sexuales con mujeres explotadas a las que a nadie les importa no se transmite el maldito virus. El enemigo no somos nosotras, pero no lo quieren ver. 

Siempre nos tendrán enfrente y saldremos a las calles sin descanso, luchando juntas contra el sistema patriarcal que nos asesina y nos invisibiliza con las excusas del momento. Exigimos cambios en las legislaciones, en la educación y en todos ámbitos que aún nos impiden tener independencia económica, libertad de movimiento, libertad sexual y no respetan el derecho a la vida. Por ni el derecho más esencial e intrínseco en el propio existir como es el derecho a la vida, nos lo arrebatan.

 

¡NI UNA MENOS!

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