El equipo de Diario de Sanse, Diario de Alcobendas y Diario de la Ribera ya se encuentra en Przemyśl (Polonia), frontera de Ucrania. La furgoneta llegaba este viernes por la tarde a la frontera con Ucrania con el objetivo de realizar los trámites administrativos necesarios para poder recoger a más de 60 personas refugiadas que serán trasladadas a España.

Un niño mirando los peluches. Foto: Diario de Sanse

Nuestros compañeros María Valverde y Manu Rodríguez se han encontrado con la dureza de las consecuencias de la guerra nada más llegar al lugar. «No está permitido grabar los campos de refugiados por dentro, lo que nos cuentan es solo una ínfima parte de la crudeza que se vive en la frontera», señalan.

Tras un largo viaje los compañeros llegaron con la incertidumbre de qué se íban a encontrar allí. Lo primero que hicieron fue acudir al centro de registro de refugiados en Przemyśl para inscribirse como conductores y regresar a España con aquellos que quieran venir. El procedimiento consiste en lo siguiente: a cada refugiado se le asigna una pulsera con un código y ellos eligen el país al que quieren ir. Cada país tiene una sala con un número diferente para que los conductores, después de inscribirse, acudan a la suya y conozcan a las personas que quieren trasladarse a su destino. Los conductores deben anotar el código de cada refugiado junto a los datos de las familias que les acogerán y recibirán.

Allí se encontraron que una galería comercial se ha reconvertido en un punto de registro para las personas que huyen de Ucrania, donde también se están tramitando sus salidas hacia otros países europeos por parte de los que llegan, como es el caso del proyecto de San Sebastián de los Reyes, Alcobendas y Aranda de Duero.

El centro de registro también funciona como campo de refugiados. Allí están situadas diferentes ONGS para ayudar. Lo más duro es ver la situación de los niños. Hay palets con peluches que la gente ha donado para lo cojan los más pequeños. «Es doloroso sobre todo ver a los niños, no porque aquí estén mal atendidos sino porque piensas por lo que habrán pasado hasta llegar aquí y lo que tendrán que vivir a partir de ahora fuera de su hogar”, comenta María Valverde.

Por dentro, hay salas para realizar la documentación necesaria y rincones donde algunos refugiados intentaban dormir en una especie de hamaca de playa o en el propio suelo. Impactante ver cómo personas que tenían una vida normal hace tres semanas, ahora se ven con la necesidad de huir de su país y de reiniciar su vida.

Ropa en el campo de refugiados. Foto: Diario de Sanse

Otro punto que llama la atención es la organización de todo lo que la gente dona. La ropa se coloca como puede y las personas van a recoger lo que se necesita. Fundamentalmente ropa interior y calzado. También, en cuanto a la solidaridad de la gente se refiere, hay puestos de comida gratis para alimentar a los más desfavorecidos. E incluso una paella valenciana. Pese a todo, algunos no pierden la sonrisa y cantan para sobrellevar la situación.

Puesto de comida para los más desfavorecidos. Foto: Diario de Sanse

Lo más sobrecogedor llegaría después. Los compañeros se trasladaron a otro campamento de refugiados, situado en Korczowa. Otro antiguo centro comercial reconvertido también en un refugio. A apenas un kilómetro, la frontera. Decenas de autobuses venían y salían. Algunos procedentes de Ucrania para dejar refugiados, otros para recoger a aquellos que quisieran alejarse de la guerra en dirección a otro país de Europa.

Está prohibido grabar en el interior de los campos. «Qué crudeza hay ahí dentro. Lo que vemos en los medios de comunicación no es nada, absolutamente nada, con lo que se vive allí», comentan María y Manu. Un espacio enorme con cientos de hamacas y personas con la mirada perdida. Niños jugando con lo que pueden, movimiento constante de voluntarios, bomberos y ejército polaco, familias acompañadas de sus mascotas y caras de dolor, rotas. Antes tenían una vida, un hogar. Ahora, lo han perdido todo y muchos no saben cual será su próximo destino en Europa.

Baños públicos. Foto: Diario de Sanse

Una voluntaria nos trasladó que no necesitan más ropa porque «nadan en ella». Lo que sí necesitan son «medicamentos, ropa interior y calzado». De hecho, esos montones de ropa se podían ver en determinados puntos donde algunas personas rebuscaban lo que podían necesitar.

 

Los que abandonaban el lugar lo hacían con su maleta pequeña, una mochila y su familia de la mano. Ellos, y sobre todo ellas, podían respirar un poco aliviadas porque alejaban a sus hijos de la barbarie, pero sabiendo que esta es una solución horrible con un futuro incierto, y que lo único que quieren es poder vivir en su país sin miedo. Los niños, inocentes y sin entender lo que pasa (aunque en sus caras se podía apreciar la incertidumbre) se montaban en ese vehículo sin saber que es probable que nunca vuelvan a su hogar.

Este sábado, el equipo de profesionales se dirige a la localidad de Medyka, justo en la frontera con Ucrania. A su vez, continúan los trámites y la comunicación con las personas que llegarán a España en el autobús de Aranda de Duero. Se prevé su llegada esta tarde a la ciudad de Cracovia (Polonia), que dista unos 200 kilómetros hasta llegar a Przemyśl. El objetivo es realizar la recogida de refugiados el domingo por la mañana para poder llegar el martes a Aranda de Duero, Alcobendas y San Sebastián de los Reyes.

Punto de registro. Foto: Diario de Sanse

Una parte de ellos se quedará en Aranda de Duero y será alojada en primera instancia en el albergue municipal para iniciar a partir de ahí su reubicación en pisos o con familias de acogida. Recordemos que se necesita que las familias que estén dispuestas a acoger a las personas refugiadas, que en su mayoría serán mujeres y niños, lo hagan saber en el email dislinecomunicaciones@gmail.com o en el teléfono 611531421.

Diferentes ONGS ayudan en el campo de refugiados. Foto: Diario de Sanse

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

3 × 2 =