Alana Hessa es una profesional y profesora de la danza oriental. Una disciplina artística que va más allá del baile y del trabajo físico. Tal y como hemos comprobado en esta entrevista con Alana, la danza reconecta con el centro emocional de las personas. Tras la pandemia muchas personas han aumentado su nivel de estrés y los problemas psicológicos y de salud mental como la ansiedad, han aumentado. Alana nos transmite como la danza oriental ayuda a las personas y como la ha ayudaod a ella misma.

Alana bailando en una gala de verano

Pregunta: ¿Qué papel puede tener la danza para trabajar las emociones?

Respuesta: Se pueden trabajar distintos aspectos a través de la danza. Es una herramienta, de alguna forma, canalizas tus emociones. Es cómo una herramienta de meditación. Te apartas un poquito de todo lo que pueda estar en la cabeza. Sobre todo ahora con todo lo que hemos vivido. Cuando tu bailas necesitas respirar y tu cuerpo empieza a enfocarse en otra cosa hasta que te abstraes de todo.

P: ¿Cómo se trabajan las emociones en la danza oriental?

R: Por un lado está vinculada con el trabajo de musculatura interna. Esto es también el centro de la danza oriental. Es donde nace la vida. De alguna forma, reconectas con este centro emocional y de vida. Las emociones se sienten mucho en este centro. Por eso, nos ayuda a controlar las emociones porque igual que se te hacen nudos en el estómago cuando estás nervioso, también tienes el poder de deshacerlo. Te ayuda con el trabajo mental, emocional y físico. La música de la danza oriental también ayuda al ser diferente de lo que normalmente escuchamos. Hay una gran variedad de instrumentos y ritmos que te transportan. Esto, en conjunto, te hace desconectar y ver de otra forma la realidad para después poder controlar tus emociones. La danza oriental te ayuda a devolver esa chispita que has podido perder en la vida.

P: ¿Se nota la evolución positiva en este control de las emociones?

R: Al principio era súper interesante, tú puedes empezar a bailar y seguir aprendiendo siempre. No puedes crecer en esta danza sin crecer como persona. Mi mamá me llevó a la primera clase y empecé en esto por eso. Ahora, con el paso entiendo que son tantos detalles y tan sutiles que sientes que te atrae. El ritmo es súper diferente y se conecta de una manera diferente. Esta experiencia y ritmo que vives a través de tu cuerpo, te percatas de que formas parte de la música. Desde siempre he sido tímida e introvertida y esta danza me ayudó mucho. No fue de la noche a la mañana, pero a través del movimiento físico me ayudaba a trabajar el aspecto de la timidez.

P: ¿Has notado que con la pandemia las personas tienen mayores problemas y que la danza las ha podido ayudar?

R: Lo primero, yo misma he pasado por bajones por culpa del coronavirus. Ahora duran menos y no me cuestan salir tanto de ellos. En mis alumnas, a la vuelta a la rutina, les costaba al principio centrarse y luego notas como el cuerpo reacciona de una forma en la que no lo puedes soltar. Psicológicamente había alumnas que estaban peor. A través de la danza, empezamos paso a paso y poco a poco las ayudaba psicológicamente. También te da confianza en otras personas, hay que conectar y fiarse del profesor o profesora. Hay una clave y es que hay que permitir equivocarse y eso te ayuda en la vida más allá de la danza.

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