Hoy se cumplen 20 años de uno de los momentos más duros en la historia reciente de San Sebastián de los Reyes y de sus encierros. El 28 de agosto de 2005 un enorme tapón humano en la entrada de la plaza de toros convirtió en angustia lo que debía ser una fiesta, dejando 63 heridos, dos de ellos muy graves, y marcando un antes y un después en la seguridad de las carreras.
Aquel día, más de 7.000 personas abarrotaban el recorrido. Al llegar a la plaza, las reses de la ganadería de El Pilar se toparon con un embudo de corredores en el acceso conocido como el “portón de los cobardes”. La aglomeración impidió la entrada de toros y mansos, que quedaron encima de la multitud intentando abrirse paso. Durante más de un minuto y medio se vivieron escenas de auténtico pánico, con personas atrapadas, caídas, gritos de auxilio y cuerpos amontonados en el suelo.
El caso más grave fue el de un joven de 18 años de San Sebastián de los Reyes, que sufrió una cornada en la cara y el cuello, además de un traumatismo facial muy severo. Los servicios de emergencia lograron reanimarle tras entrar en parada respiratoria y fue trasladado en helicóptero al Hospital Doce de Octubre, donde fue operado de urgencia. Otro joven de 16 años, de Alcobendas, sufrió múltiples fracturas craneales y traumatismo torácico, aunque evolucionó favorablemente.
Los equipos de Protección Civil y dobladores hicieron todo lo posible para aliviar la situación, sacando a heridos y desviando a los toros hacia los chiqueros. El balance fue dramático: decenas de heridos por traumatismos, golpes y cornadas, y varios traslados a hospitales de la región. Afortunadamente, no hubo víctimas mortales, un hecho que muchos calificaron de milagroso dadas las circunstancias.
Un punto de inflexión
Ese encierro de 2005 supuso un punto de inflexión en la organización de las fiestas. A raíz de lo sucedido, San Sebastián de los Reyes emprendió una profunda revisión de sus protocolos de seguridad, con cambios estructurales y de prevención que han transformado la carrera:
- Se modificó la entrada a la plaza de toros, eliminando el riesgo de embudos y mejorando la evacuación.
- Se rediseñó el vallado en el último tramo, habilitando más escapatorias para los corredores en caso de emergencia.
- Se reforzó la concienciación entre los participantes, insistiendo en la necesidad de correr con indumentaria adecuada y en buen estado físico, evitando hacerlo bajo los efectos del alcohol u otras sustancias.
Estas medidas convirtieron a San Sebastián de los Reyes en un referente de seguridad en los encierros de España, hasta el punto de que otros municipios han replicado su modelo organizativo.
La memoria de un día que marcó a la ciudad
Dos décadas después, el recuerdo de aquel 28 de agosto sigue vivo entre los vecinos de Sanse. Fue un día que heló los corazones de quienes lo vivieron y que cambió para siempre la percepción de los encierros en la ciudad. De aquella tragedia surgió también un compromiso: que nunca más se repitiera un episodio similar.
Hoy, Sanse presume de tener uno de los encierros más seguros del país. Pero cada 28 de agosto, la memoria de aquel tapón recuerda que detrás de la fiesta, de la tradición y de la emoción, está también la necesidad de proteger la vida de corredores y espectadores.
El dolor de aquel día se transforma en aprendizaje y en una certeza compartida: los encierros de San Sebastián de los Reyes son tradición, pero también responsabilidad y seguridad.
